lunes, 25 de julio de 2011

Tú, yo y Amy Winehouse

La noticia de la muerte de Amy Winehouse me cayó como patadas en la nuca. Poco después, caí en cuenta que me dolía "de más" porque estoy segura de que te sentiste igual.
Dejaré de lado las reseñas de su vida, que ya hicieron todas las revistas y periódicos (todas iguales, por cierto) para explicar que, por ridículo que parezca, yo al igual que miles de personas, me sentí totalmente conectada a su música y a ese sentimiento de dependencia y desesperación originados por el des-amor.
Cuando la Rolling Stone sacó ese reportaje, retratando con precisión sus ganas locas de atender a Blake Fielder, acurrucándose contra él a la menor provocación y dándole la mitad de comida que había en su plato, sin originar respuesta alguna en el destinatario, sonreí y me acordé de ti.
De cuando escuchamos su disco, una y otra y otra vez. Cuando jugamos a ver quién encontraba la foto más rara o desconocida. Pensé que había ganado al mandarte una de cuando estaba en la primaria. Me dijiste que ya la habías visto. Nunca pude ganar.
De cuando encontré el EP que grabó, y te lo puse, cosa que te molestó porque yo nunca debía enseñarte nada nuevo, eras tú el que siempre sabía más de música y más de todo.
De cuando "Tears dry on their own" alcanzó las 158 reproducciones en la compu, porque ya no estabas. Y de cuando "volviste" y la primera canción que incluí en el disco que te grabé, era esa misma.
Aghhhh, necesito nuevos recuerdos. Muchos, que se amontonen y se encimen unos con otros para ya no volver a estos, tan viejos y gastados.

jueves, 14 de julio de 2011

Nota para ti

Mi dashboard dice que tengo seis seguidores, pero yo espero que sean menos los que leen esto. Me sorprendo al repasar viejos posts como el de mi viaje a canadá, o mis recuerdos infantiles, y darme cuenta en qué se ha convertido mi blog. En qué me he convertido yo. Creo que siempre he sido la misma, nada más que ya perdí la vergüenza. No me importa que mi hermana o mi mamá, ansiosa de leer lo nuevo que ha escrito su hijita, se tope con algo digno de una vieja amargada y marchita, sin las motivaciones juveniles que yo tendría que poseer, porque claro, tengo toda la vida por delante.
Alguna vez me dijeron "Me da pena saber que estás triste, y es que tu blog no dice otra cosa". Sentí vergüenza, de entrada nomás, porque después me entró una risita al recordar con alivio que somos mucho más complejos que unas palabritas que escribamos por aquí o por allá. Yo he querido hacer de este blog mi tiradero emocional, y si tú o tú o tú alguna vez se preocuparon, déjenme decirles que estoy muy bien. Tengo familia y tengo amigos y un trabajo que me reta a cada momento. Tengo también, por otro lado, un hartazgo y un aburrimiento absolutos, que no he sabido como quitar. Si acaso, he entendido que ni las drogas ni los hombres funcionan.

Dos semanas sobria, y ya me otorgo una breve sonrisa de ánimo, al notar que no he olvidado los nombres de dos o tres personas que me presentaron esta semana, que las paredes no se me vienen encima y que el ansia aún no aparece.

Bien por mi. Muy bien.

Naturaleza

Finalmente a mis 24 años, me he convertido en una experta.
Sé cómo sonreirte, sin dejar que veas esa mueca exagerada que provoca mi verdadera sonrisa. Sé reirme de tus chistes y contestarte con otros incluso más ingeniosos, que seguro te gustan. También sé hacer ese contacto casual con tu brazo para que si todo lo demás falla, te des cuenta que estoy interesada. Sé maquillarme y "peinarme" para verme mejor, aunque el día haya sido una mierda y esté cansada. Sé corregir mi postura en el momento exacto en que me estás viendo, para que no pienses que estoy jorobada. Sé hasta donde mostrar mis piernas para no dejar al descubierto la parte gorda y celulítica. Sé vestirme para que pienses que tengo estilo, sin recurrir a tacones ni escotes. No se diga de ocultar los numerosos excesos de grasa. Sé hablar sobre mi y sobre mi trabajo, de tal forma que te intereses y quieras saber más. Sé hacer las preguntas correctas, para que del mismo modo, pienses que estoy interesada. Mientras todo esto sucede, no se me olvida que no debo descuidarme o verás mi papada, y mi nariz de dinosaurio. También domino la estocada final, ese beso que se salva apenas de lo mediocre, y que te hace pensar que acabas de abrir otras puertas, que desde un principio han estado selladas.
Poseo todos estos conocimientos, que me hubieran servido mucho a los 17, y que, de ser más simple, me harían realmente feliz. Pero luego llega el viernes, y después el sábado, y la película se repite y se repite. Hoy con el vestido y las mallas negras, mañana con los jeans y la chamarra deportiva. Hoy con el estudiante cínico y adorable, mañana con el artista. Hoy que me siento muy triste, mañana que estaré contenta.
Todo se ha vuelto tan mecánico, en esta edad en la que pocos han encontrado alguien con quien coexistir, y muchos estemos bailando a tropezones la misma canción todos los fines de semana.
Invariable y automáticamente, pongo en práctica mis conocimientos, oh gran sabiduría femenina que me aburre y desespera. Prefiero mil veces una plática desinteresada pero natural, a un intento de "ligue" que no te va a llevar a mi entrepierna, hagas lo que hagas, digas lo que digas.

viernes, 1 de julio de 2011

24 años sobre la tierra

No tocaré el tema de la trascendencia, ni de lo que he hecho hasta ahora con mi vida, ni de hacia dónde voy.
Sólo quiero declarar que estoy completamente feliz y satisfecha con el día de hoy. Recibir tanto cariño inesperado y ver que de algo me ha servido ir por la vida con cara de mensa, confiando en la gente, me da muchos ánimos para continuar limpiando el corazón.
También quiero hacer mención de que pasé el día completamente sobria.
Felices 24!