sábado, 26 de noviembre de 2011

Importante paréntesis

Antes de relatar la segunda parte de una de las noches más locas de mi vida, quiero contarles, amiguitos y amiguitas, varias cosillas en las que no dejo de pensar.

1) La primera y más importante, conocí al maestro José Emilio Pacheco. No platiqué con él, no estreché su mano, no le dije "Maestro, me encantan sus libros" o alguna pendejada de esas. Simplemente pude observarlo durante una hora, más o menos, mientras presenciábamos el homenaje a su esposa, Cristina Pacheco. Al principio me emocioné al saber que él estaría ahí, pero cuando lo vi sentado, sin poder sostener la cabeza firmemente y moviéndola compulsivamente, apoyando las manos en un bastón, me entristecí. Se veía tan viejito y tan indefenso, con pocos años de vida por delante... arrgg ¡no! Mi preocupación cedió un poco al notar que se mantenía muy atento a lo que los panelistas decían de su mujer, y que aplaudía con fuerza al finalizar las intervenciones. Cuando le llegó el turno a Cristina Pacheco, habló con la "elocuencia sencilla" que la caracteriza, pero sin duda, lo que más me conmovió, fueron las palabras que le dedicó a José Emilio. Curiosamente, no las incluyó en su discurso, sino que terminó, sin hacer ninguna alusión a él, para después sentarse. Unos segundos después se paró como resorte, e interrumpió a la maestra de ceremonias para pedir el micrófono y ahora sí, darle el lugar que el amor de su vida merece, con estas palabras:
“Es posible que no tenga muchos lectores, pero tengo siempre uno. Desde muy tempranito se levanta y va por La Jornada y me dice suavemente 'salió tu texto'. Para corresponderle ese acto inmenso de generosidad lleno la casa con el olor del café”
¿Se imaginan tener un amor así de bonito? Qué envidia, qué envidia y qué felicidad por aquellos que lo tienen.
Una vez terminado el homenaje, la gente se avalanzó sobre la periodista para llenarla de halagos y felicitaciones, mientras que el maestro José Emilio se hacía a un lado, esperando pacientemente a su esposa. Fue en ese momento cuando bastantes pubertas, seguramente de secundaria, época en la que GRACIAS AL SEÑOR te ponen a leer "Las batallas en el desierto", se le acercaron y le pidieron una fotografía. Pacheco accedió a todas y cada una de las peticiones, con una mirada un poco nerviosa, sin perder de vista a su inseparable Cristina.

2) Hablando de escritores y libros épicos, he estado comprando muchos últimamente, que esperan ser leídos adentro de una bolsa amarilla. Este fin de semana que estoy en casa de mis papás, me di cuenta que acá también me esperan muchos libros. Aún no termino el de Xavier Velasco, ni he comenzado con uno de Kapuscinski, ni varios de poesía que saqué de la biblioteca familiar, ni las novelas policiacas de Taibo II, ni la colección infantil que compré en la librería Alí Chumacero por un precio más que decente. Nuevamente, ARG! necesito hacerme tiempo para leer tanta chingonería, en vez de estar rebloggeando cosas en el tumblr.

3) Y para terminar con los libros, últimamente he masticado la idea de escribir algo para niños. De niña escribía cuentos, y leía uno tras otro, los libros de la colección "A la orilla del viento", entre muchas otras. Así que quiero pensar que poseo el conocimiento, aunque aún no decido qué tema podría tratar. Seguramente me decidiré por la historia de alguna niña gordita pero intrépida.

4) He estado teniendo muchos sueños relativos a animales, pero no son bonitos ni tiernos ni educativos. Por el contrario, son muy explícitos y en todos ellos, mueren cuyos, perros, gatos y hamsters por igual. Ahora mismo no recuerdo alguna causa de muerte, sólo sé que todos mueren dramática y violentamente por mi culpa. Despierto angustiada e incómoda, y me pongo a tragar como cerdo todo lo que esté a mi paso. Al mismo tiempo, he extrañado mucho a mi perro, que dicho sea de paso, lleva una vida decente desde hace apenas 2 años, ya que antes no le dábamos los cuidados necesarios, ni a él ni a su madre. Ahora ambos viven mucho más felices en un espacio amplio y limpio, no como antes que los teníamos amontonados en una terracita sucia. Tampoco los acariciábamos ni convivíamos con ellos, con el pretexto de que no sabían estar adentro de la casa, pero ahora procuramos sacarlos a pasear, acariciarlos, darles de vez en cuando jamón o salchicha como premio, y hasta les compramos unas camitas muy cómodas para que se den la vida de reyes que merecen. Sé que Frodo me quiere más que a cualquier miembro de esta familia, y es que yo soy la que más cariño le da. Siempre he pensado que se parece mucho a mi, es un perro loquito, nunca "maduró", para mi sigue actuando como un cachorro, por lo mismo, es muy noble y no hay maldad en él.

5) En otros temas igual de ridículos, luego de considerar seriamente operarme los pechos para aumentarlos de tamaño, y compartir este plan con varios amigos (hombres), me sorprendió muchos que todos comentaran cosas favorables sobre Bloc y Party (así se llaman), como que tienen un tamaño adecuado, que no mame, y demás graciosadas. Aunque seguramente termine gastando mi dinero en algo mejor, la idea no abandona mi mente y quien sabe, a lo mejor luego me topan en la calle y ya estoy bien buena. Ah, por que también he pensado seriamente en ponerme implantes en las nalgas.

FIN

Una noche, pt. 1

No sé si debería llamarle "LA noche". Por momentos me sentía en una crónica de Xavier Velasco, o mejor aún, en un pasaje alucinante escrito por José Agustín.
Sin expectativas de nada, mas que salir de juerga ese sábado porque somos jóvenes y eso es lo que los jóvenes hacen, A. y yo partimos a Vallejo para una fiesta de Halloween. Como buen jovenzuelo amargado, mi acompañante desprecia la costumbre de disfrazarse para divertirse, pero yo no me desanimé y decidí improvisar: un gorro con orejas, un poco de maquillaje, y listo. Un oso-gato-perro abordaba su auto a las 9 de la noche. Después de unos veinte minutos de agradable travesía por el periférico, llegamos al lugar de la cita. Edificios de departamentos amontonados, construidos sobre curvas interminables, ladrillos y rejas negras, y un silencio desconcertante conformaban la postal que invariablemente ilustran el primer recuerdo de esa noche. Nos tomó un poco de tiempo encontrar el departamento correcto, pero en diez minutos nos encontramos dentro de una habitación pequeña, con todos los muebles hechos a un lado, con música de banda a todo volumen y unas nueve o diez personas riendo y platicando. Nos sentamos en unas sillas, un poco extrañados por la peculiaridad de la fiesta, e inmediatamente, la anfitriona nos ofreció bebidas y botana. Una vez que terminamos nuestros tragos, las chicas que estaban sentadas justo enfrente de nosotros, nos ofrecieron otro enseguida, y rellenaron nuestro plato de botana. Parecía que estaban al pendiente de todos nuestros movimientos, pero no con malas intenciones, al contrario, querían atendernos de la mejor manera posible. Sintiéndome extraña por tanta atención, decidí hacer lo propio con los asistentes. A la derecha, una pareja que rondaba los veintitantos, a todas luces aburrida, platicaba sobre cosas seguramente irrelevantes. Al centro, la mesa con los refrescos y las botanas, abundantes para la poca gente que había. Luego, un hada sangrienta, una porrista maldita y una gatúbela que tendrían 18 ó 19 años platicaban y reían escandalosamente. Continuando con el paneo, y mirándome fijamente, dos niñas, una vestida de diabla y otra de espantapájaros, me hacían la plática sobre mi nombre, mi disfraz, y mi celular.
Después de esa rápida inspección, A. y yo coincidimos en que había algo extraño en esa fiesta. Extraño pero no peligroso, extraño pero no desagradable. En fin, seguimos bebiendo atendidos por las chicas que no paraban de fumar y cantar. Después de una media hora, nuevos invitados llegaron, y me dio mucha risa ver sus caras de niños, de no más de quince años, pero su actitud supuestamente ruda y conocedora. Uno de ellos portaba incluso el famoso look reggaetonero, con ceja depilada, flequito de fraile y ropa ajustada con mucho bling bling. Cargaban con un cartón de caguamas, que no tardaron en compartir con todo el que quisiera, y se notaba que estudiaban a las ahí presentes, para emitir un veredicto sobre cuál estaba mejor.
En esas estaba cuando la espantapájaros se sentó al lado de mi y me preguntó mi edad. Le dije que 24 y ella dijo que tenía 11. Aunque su cara redonda hacía evidente que estaba chica, de todas formas me sorprendió estar en una fiesta con una niña. Empecé a observar con detenimiento a las otras y le pregunté, muerta de curiosidad, por sus edades. Todas tenían trece años. ¡¿Qué?! ¡¿Trece años?! El impacto fue muy grande. Me sentí como una señora, en una fiesta con niñas once años más chicas que yo, que tomaban y cantaban y bailaban y habían invitado despreocupadamente a los niños "ruditos" que se encontraron en la calle horas antes. Luego de atragantarme con la coca cola, decidí hacer a un lado esa parte doña de mi personalidad, no juzgar absolutamente nada y simplemente disfrutar la fiesta. Bailé un poco con las eufóricas, y hasta platiqué con uno de los barrio ahí presentes, que ocultaba algo en su chamarra y nunca quiso decirme qué era. Luego de un rato, comenzamos a recibir llamadas de un amigo, y emprendimos la huida. Ya en el auto comentamos riendo lo bizarro de la fiesta, de las niñas y sus invitados, de la música, y hasta de las bebidas, una cosa roja con limón que sabía a gomitas y sangría. Me dio gusto haberla pasado bien, y notar que A. también la había pasado bien, a pesar de su acostumbrada apatía. Con buen sabor de boca, desfilamos esta vez por la gustavo baz, para recoger a nuestro amigo, y una vez juntos, partimos hacia el centro, pensando que la noche se había puesto chingona. No teníamos idea de todo lo que faltaba...

miércoles, 5 de octubre de 2011

Nimiedades, otra vez

A veces pienso que nunca alcanzaré la ecuanimidad. Según yo estoy tranquila, y "PUM", algún putazo, cosquilla, sonrisa o pierna me tocan y me revuelven todo. Y la verdad es que prefiero que sea así a volverme poco a poco como una piedra; de antemano sé que eso pasaría si me reprimiera. Sin embargo, me molesta la facilidad con la que se alborotan mis entrañas. Soy como un hombre al que alguna güera oxigenada le enseña las tetas para conseguir cualquier cosa; fácil, así me siento.
Tienes cara como de roedor, y eso me gusta. Tu talla me da ternura y tu gusto musical es impecable. La desesperación con la que rellenas la pipa y te sirves los tragos me atrae irremediablemente. Supongo que podría decir que me gustas, pero ya está claro que me atraganto con muy poco pinole. Antes de "conocerte" (comillas y risas, por favor) estaba tan apaciguada... Qué ganas de regresar a ese estado. Las palabras que uso para describirme me recuerdan a un perrito, y es que no hay otra manera de ponerlo: una caricia en falso, y entonces me brillan los ojos y muevo el rabo sin parar. Patético, honestamente patético.
Me gustaría ser indiferente como tú. Más bien ausente, así como siempre estás. Pero la descarga eléctrica irregular del lóbulo derecho del encefalograma dice que no puedo. ¿Será eso? Estaré curada en dos años? Capacitada para relacionarme normalmente, sin sobresaltos, sin arrebatos, sin enamoramientos inmediatos? Dejaré de sentirme triste? de tener sueño? De recordar fantasmas que hace mucho me enterraron?
Me molestan las cosas que no son significativas, pero tal vez lo que no alcanzo a comprender es que a los veintitantos nada "DEBE" significar. La realidad es que seguimos siendo unos caguengues a lo mejor con trabajo, a lo mejor con carro, que aún no entienden nada.
De pronto me empieza a temblar la pierna, a dar calor, el cuarto se me hace chico y luego grande, una luz circular se aparece, me acuerdo de ti, un completo extraño, y caigo en cuenta de lo ridículo que es todo lo que siento. Entonces miro en los ojos de quien me acompaña tratando de agarrar el hilo de la conversación que hace mucho abandoné.

lunes, 25 de julio de 2011

Tú, yo y Amy Winehouse

La noticia de la muerte de Amy Winehouse me cayó como patadas en la nuca. Poco después, caí en cuenta que me dolía "de más" porque estoy segura de que te sentiste igual.
Dejaré de lado las reseñas de su vida, que ya hicieron todas las revistas y periódicos (todas iguales, por cierto) para explicar que, por ridículo que parezca, yo al igual que miles de personas, me sentí totalmente conectada a su música y a ese sentimiento de dependencia y desesperación originados por el des-amor.
Cuando la Rolling Stone sacó ese reportaje, retratando con precisión sus ganas locas de atender a Blake Fielder, acurrucándose contra él a la menor provocación y dándole la mitad de comida que había en su plato, sin originar respuesta alguna en el destinatario, sonreí y me acordé de ti.
De cuando escuchamos su disco, una y otra y otra vez. Cuando jugamos a ver quién encontraba la foto más rara o desconocida. Pensé que había ganado al mandarte una de cuando estaba en la primaria. Me dijiste que ya la habías visto. Nunca pude ganar.
De cuando encontré el EP que grabó, y te lo puse, cosa que te molestó porque yo nunca debía enseñarte nada nuevo, eras tú el que siempre sabía más de música y más de todo.
De cuando "Tears dry on their own" alcanzó las 158 reproducciones en la compu, porque ya no estabas. Y de cuando "volviste" y la primera canción que incluí en el disco que te grabé, era esa misma.
Aghhhh, necesito nuevos recuerdos. Muchos, que se amontonen y se encimen unos con otros para ya no volver a estos, tan viejos y gastados.

jueves, 14 de julio de 2011

Nota para ti

Mi dashboard dice que tengo seis seguidores, pero yo espero que sean menos los que leen esto. Me sorprendo al repasar viejos posts como el de mi viaje a canadá, o mis recuerdos infantiles, y darme cuenta en qué se ha convertido mi blog. En qué me he convertido yo. Creo que siempre he sido la misma, nada más que ya perdí la vergüenza. No me importa que mi hermana o mi mamá, ansiosa de leer lo nuevo que ha escrito su hijita, se tope con algo digno de una vieja amargada y marchita, sin las motivaciones juveniles que yo tendría que poseer, porque claro, tengo toda la vida por delante.
Alguna vez me dijeron "Me da pena saber que estás triste, y es que tu blog no dice otra cosa". Sentí vergüenza, de entrada nomás, porque después me entró una risita al recordar con alivio que somos mucho más complejos que unas palabritas que escribamos por aquí o por allá. Yo he querido hacer de este blog mi tiradero emocional, y si tú o tú o tú alguna vez se preocuparon, déjenme decirles que estoy muy bien. Tengo familia y tengo amigos y un trabajo que me reta a cada momento. Tengo también, por otro lado, un hartazgo y un aburrimiento absolutos, que no he sabido como quitar. Si acaso, he entendido que ni las drogas ni los hombres funcionan.

Dos semanas sobria, y ya me otorgo una breve sonrisa de ánimo, al notar que no he olvidado los nombres de dos o tres personas que me presentaron esta semana, que las paredes no se me vienen encima y que el ansia aún no aparece.

Bien por mi. Muy bien.

Naturaleza

Finalmente a mis 24 años, me he convertido en una experta.
Sé cómo sonreirte, sin dejar que veas esa mueca exagerada que provoca mi verdadera sonrisa. Sé reirme de tus chistes y contestarte con otros incluso más ingeniosos, que seguro te gustan. También sé hacer ese contacto casual con tu brazo para que si todo lo demás falla, te des cuenta que estoy interesada. Sé maquillarme y "peinarme" para verme mejor, aunque el día haya sido una mierda y esté cansada. Sé corregir mi postura en el momento exacto en que me estás viendo, para que no pienses que estoy jorobada. Sé hasta donde mostrar mis piernas para no dejar al descubierto la parte gorda y celulítica. Sé vestirme para que pienses que tengo estilo, sin recurrir a tacones ni escotes. No se diga de ocultar los numerosos excesos de grasa. Sé hablar sobre mi y sobre mi trabajo, de tal forma que te intereses y quieras saber más. Sé hacer las preguntas correctas, para que del mismo modo, pienses que estoy interesada. Mientras todo esto sucede, no se me olvida que no debo descuidarme o verás mi papada, y mi nariz de dinosaurio. También domino la estocada final, ese beso que se salva apenas de lo mediocre, y que te hace pensar que acabas de abrir otras puertas, que desde un principio han estado selladas.
Poseo todos estos conocimientos, que me hubieran servido mucho a los 17, y que, de ser más simple, me harían realmente feliz. Pero luego llega el viernes, y después el sábado, y la película se repite y se repite. Hoy con el vestido y las mallas negras, mañana con los jeans y la chamarra deportiva. Hoy con el estudiante cínico y adorable, mañana con el artista. Hoy que me siento muy triste, mañana que estaré contenta.
Todo se ha vuelto tan mecánico, en esta edad en la que pocos han encontrado alguien con quien coexistir, y muchos estemos bailando a tropezones la misma canción todos los fines de semana.
Invariable y automáticamente, pongo en práctica mis conocimientos, oh gran sabiduría femenina que me aburre y desespera. Prefiero mil veces una plática desinteresada pero natural, a un intento de "ligue" que no te va a llevar a mi entrepierna, hagas lo que hagas, digas lo que digas.

viernes, 1 de julio de 2011

24 años sobre la tierra

No tocaré el tema de la trascendencia, ni de lo que he hecho hasta ahora con mi vida, ni de hacia dónde voy.
Sólo quiero declarar que estoy completamente feliz y satisfecha con el día de hoy. Recibir tanto cariño inesperado y ver que de algo me ha servido ir por la vida con cara de mensa, confiando en la gente, me da muchos ánimos para continuar limpiando el corazón.
También quiero hacer mención de que pasé el día completamente sobria.
Felices 24!

martes, 28 de junio de 2011

The so called therapy

They say that when you use drugs, eventually you start feeling like someone else. You're not yourself anymore but the person the drug has created. It could be a fiend, a ghost, a killer, who knows. Since I only use pot, and it's a "kind" drug, I never thought I'd feel that way, besides, a lot of my friends use it too, and even though I paid attention to their behaviour, I never noticed anything different, scary, or sketchy.
Pot is just great. Every time I smoke it, I just feel automatically happy. If I was having a headache, if I've had a shitty day at work, If I couldn't sleep, all I needed to do was hit the joint once, and it would magically go away. The anxiety, the sadness, everything. At least that's how it started. Now it's just all gray. I do feel better, but right after the effects are gone, things get worse and worse.
The doctor says there's a completely logical explanation, apparently pot is a downer, so if has "helped" perpetuate my depression. "It's all about the chemical cicles in your brain", she said.
Well, I guess I'm about to fuck up my brain for good. I don't feel like myself anymore. I smoked a lot yesterday, and I had a good time but in the morning I woke up and I realized something had changed inside my head. I have a headache that doesn't go away, and as the day passes, I keep feeling weird. Like my senses are not the same. I look at things and they seem brighter, or not solid, or made of water. Some objects are constantly moving and I just feel so tired. When I speak, I have this feeling I'm talking nonsense, and my thoughts repeat themselves over and over again.
Weed is taking me over. I thought staying sober was a piece of cake. A month and a half was all I could handle.
After three years of being an everyday smoker, now I know I need to stop.
I wanna be myself again.

jueves, 23 de junio de 2011

El refugio

Can you give me sanctuary?
I must find a place to hide
A place for me to hide...

Te quiero demasiado como para cambiarte.
Aunque la letra siempre sea la misma, y no pueda justificar el texto (no puedo justificar nada, de hecho) ni cambiarle el color ni poner nada más que lo necesario.
Mantienes las cosas simples, y supongo que eso está bien.

2 encuentros

Uno fue más amable que otro.

La vidente, gordita y de aspecto bonachón, platicó con todos de cosas interesantes. Cuando me despedí de ella me dijo que tenía un aura muy bonita, pero que definitivamente algo me había pasado, pues notaba muchas "trabas" en mi. Me dijo que seguramente me costaba trabajo relacionarme después de ESO, -una decepción muy grande, probablemente- Aseveró también, que era creativa y que mi talento era escribir. No supe que contestar, además ya me tenía que ir de fiesta porque me encanta elruidoylagenteylosquefajanenlaesquinayobservarlosyesperarydesearyverpasaralguapomuchachoyluegoirporunacervezayesforzarmeportenerunaconversaciondivertidayaquenolleveaningunladoperodivertidayfumarytomarybailarhastacansarmehastaquetengaganasdellegaralacasaymeencierreenmicuartoymedecuentaquenadahacambiadoquesiguesahiquesigoaquiqueyaestoysolayensilencioentoncesapagolaluzymemetoenlacamaymecuestatrabajodormirperomeobligoyaldiasiguienteamanezcocansadadesveladaycondolordecabezaperonoimportaporquequepadremelapaseyquepadremelavoyapasarhoyquevoyahacerexactamentelomismo.

Otra era más vieja, con maquillaje chistoso y un dejo de risa en el rostro que no sé si me agradó. El mismo dejo de risa se veía venir al final de cada oración. La plática duró una hora, una hora que me costó 750 bolas y que me abrió los ojos pero no tanto como la plática con Mari en la que entendí que los hombres sólo quieren coger. La doctora me dijo que mis transmisores ya estaban saturados y que en cualquier momento me podía dar una crisis psicótica y que qué iba hacer yo, tan prometedora muchacha con la cara, dijo, triste y como de más grande y como de amargada. Poco común en una reportera, siguió, el porte cabizbajo y la lentitud de movimientos y la sonrisa breve, cuando el tipo que tiene un reportero es más movido y más alegre.
Y qué sabe usted? pensé yo, haciendo memoria (la poca que aún me sirve) y recordando que mi cara siempre ha estado triste y revisando las fotos y viendo que siempre he tenido ojeras y que antes estaba más flaca pero con las mismas preocupaciones y el mismo aislamiento y el mismo dolor.
"Llega a tu casa y tira la mitad". Esa fue la tarea. La hice pero no, me la fumé toda.

martes, 21 de junio de 2011

Note to self

Don't talk about it, just do it.

miércoles, 15 de junio de 2011

Pequeñas cosas ridículas

A veces bastan unas cuantas palabras, algún gesto, una sonrisa cándida o qué se yo, para que mi estúpido pecho se infle de esa ternura que de pronto me abruma y me recuerda lo ridículamente sensible que soy.
Ayer me pasó, cuando te vi acariciando al perro, e imaginando, no de a gratis, que nos hacíamos chiquitos y nos montábamos en su lomo para que nos llevara a comprar la leche necesaria para monchear a gusto; un cereal como Dios manda, y no los corn pops encima de la mesa sucia, como los estábamos comiendo.
Miraste al perro a los ojos y dijiste "seguro nos llevaría, ¿cómo no nos va a llevar? mira esa cara" y sí era cierto, los ojos del Negro sin pizca de maldad... en un dos por tres hubiéramos llegado al Oxxo y en otro dos por tres estaríamos de regreso, sanos y salvos.
Me gusta cuando eso pasa, porque de golpe me llega el conteo del amor que le tengo a la gente, y veo, como en un juego de programa barato de televisión, las rayitas que se prenden dentro de mi.

Making a statement

This is my 100th post, and fortunately, is to talk about something relevant.
I ain't fucking for "fun".
That's it.
I don't care if you have money, if you're cool, if you're good looking and clever, If you have a rock band and it's actually good. I don't give a shit, if you're only here to get in my pants, then, peace out "bro".
I have so many powerful reasons... That's just not for me. Period.

jueves, 26 de mayo de 2011

Little thoughts

De nada sirve una cara que es bonita sólo desde ciertos ángulos, muy estudiados y utilizados ya...
De nada sirve si el cuerpo está deformado y débil. Si está enfermo y se disfraza de sano. Al final de día te lo quitas para dormir y cuando despiertas te apresuras al ponértelo, para no pasar ni un minuto a solas con él, en su estado natural.

Hoy te recordé más que otros días, por la muerte de Leonora Carrington. Caminábamos sobre Reforma, distraídos con cualquier cosa cuando, simultáneamente, nos detuvimos en seco, impresionados por la enorme escultura que nos cerraba el paso. Ese hombre, que sostenía un pez de gran tamaño por encima de sus hombros, como triunfante por haber dominado a la criatura. Su cara, sin embargo, no mostraba maldad alguna, de esa que luego acompaña el regocijo. Me pareció incluso sonriente... Pensé todo esto en segundos, y cuando te miré, observabas al hombre igual de impactado que yo. Después me diste un beso y continuamos con el recorrido, rodeando al pez y al hombre, con muchas esculturas por delante para ser observadas. Dimos unos pasos y por alguna razón, esa que me convence de muchas cosas respecto a ti y respecto a este amor que, carajo, nomás no se acaba, volteamos al mismo tiempo con la misma finalidad, saber si esa figura resultaba igual de imponente viéndola de espaldas.

viernes, 6 de mayo de 2011

Un sueño

Llegamos a un edificio. En la entrada, teníamos que sacar todos los objetos de metal para que los revisara un equipo de seguridad. Había varios hombres en trajes oscuros, perfectamente peinados y uniformados. Yo sólo traía mi enchinador de pestañas, que fue removido de mi bolsa.
Una vez dentro, pregunté "entonces qué vamos a ver?", varias cabezas voltearon y me miraron con una mezcla de hartazgo y condescendencia, y respondieron "a los nejhs". Decidí no preguntar más y esperar, pues parecía que todos, menos yo, sabían perfectamente lo que estaba detrás de esas puertas.
El misterio terminó cuando vimos un complejo que parecía ser un moderno zoólogico. Había vidrios limpísimos por todos lados, y muchos cubículos distintos. La sorpresa y el horror me invadieron al descubrir una criatura deforme y sucia. El cuerpo era de mono, pero la cabeza era la de un hombre, un pequeño guerrero que miraba con odio a los intrusos que a su vez, lo observaban con fascinación, curiosidad o asco. Se encontraba encogido contra una esquina del cubículo, y sostenía algo con la mano izquierda. Repentinamente, dio un salto que hizo que las rastas que portaba, mancharan de lodo el inmaculado vidrio, y desapareció.
Después de la primera impresión, comencé a preguntarme qué hacíamos ahí, quiénes eran los "nejhs", porqué los habían separado de esa forma, porqué ese hombre mono nos miraba con odio.
Dimos unos cuantos pasos, y detrás de otro vidrio, en otro cubículo de mayor tamaño, había varias subidas y bajadas, construidas exprofeso, llenas de lodo y excrementos. Nuevamente lo que parecían monos, esta vez de cuerpos más alargados, tenían el rostro lleno de desesperación. Un rostro completamente humano que se esforzaba por hablar con nosotros, los visitantes, y parecía pedir ayuda. Un científico con bata blanca nos guiaba, y los miraba complacido, como si su experimento estuviera dando frutos.
Me sentí asqueada y apresuré el paso para terminar con el recorrido. En otro cubículo, un hombre mono se desangraba, al parecer por una herida que le habían hecho a un costado del torax. Tirado y con las piernas encogidas, lloraba y gritaba; el dolor deformaba todos sus rasgos. Me pareció conocido. "¡Hay que ayudarlo!", grité, mientras pegaba mi nariz al vidrio lleno de una sangre oscura y espesa, y observaba impotente el horrible espectáculo. El mismo científico con bata blanca y perfecta me dijo que no podía hacer nada, que era parte de la investigación.
Desperté una hora antes de lo planeado, sin recordar nada más y con dolor de cabeza.

miércoles, 13 de abril de 2011

Algo reconfortante

Ya sé, ya sé. Sé que estás harto de leer siempre lo mismo, de mis depresiones y tristezas "infinitas", de mis pocas habilidades sociales, y de mis inexistentes ganas (o será capacidad?) de dejar ir el pasado.
Pero este post es diferente. Habla de un pensamiento positivo y absoluto que nunca antes había llegado a mi mente. Cuando pasó fue como tener agua calientita en el corazón* Y aquí va.
En medio de uno de los tantos actos en el VL11, creo que era Caifanes, estaba pensando en ti (naturalmente). Mientras eso sucedía, mi mente se negaba a arruinar una de las experiencias más esperadas de la vida! No mames, Caifanes tocando y yo sufriendo por ti? JAMÁS! pero en vez de sacarte tajantemente de mis pensamientos, uno más grande y poderoso llegó y le dio en la madre a la "malvibrés".
Todos en la vida (o bueno, sólo los que tienen suerte) se enamoran alguna vez, o muchas; si es cierto lo que dicen algunos puristas del amor, sólo una vez amas de verdad, o bueno, siempre hay ese alguien más importante que los demás. Chingos de personas sufren y sufren porque ese alguien a quien amar nunca llega! jamás logran sentir lo que yo sentí por ti. O sea, esa persona que representa una preocupación casi existencial (pfffff) en casi todos los humanos, ya se apareció en mi vida. Es algo menos de qué preocuparme. Algo grande, no cualquier cosa, algo verdaderamente trascendental. Yo he amado, en verdad he amado! he sentido las mejores cosas por alguien más, me he preocupado desinteresadamente por alguien más, he tenido esperanza, optimismo, energía, ganas, y toda clase de "linduras" por alguien más! No he odiado, no he hecho el mal. Simplemente he amado.
Me estoy curando.

domingo, 27 de marzo de 2011

Marzo

Esta incomodidad se está volviendo insoportable.
Me siento ajena a todo y a todos. A mi misma también. Todo se siente distante.
"Valiendo verga" nunca fue más adecuado.

martes, 15 de marzo de 2011

Coming clean

So the bad news just kept coming and coming. Now that I look at it from the distance, it doesn't seem that big, but three weeks ago, I was overwhelmed. The thing was, I didn't really feel like talking about it with anyone, so I was anxious and worried all the time. Then I got to talk to some friends, and I felt better, but I was still deeply concerned about how things would end.
One saturday afternoon, my parents told me they wanted to talk to me, and I could imagine what the subject was going to be.
At first we were all tense, but as I kept talking openly about my permanent depression, my constant use of marihuana, my eternal low self esteem and so on, I felt liberated. It was so weird to be so honest about such personal issues, and even weirder, to share them with your parents. The best thing was they acted like the best parents in the world. They cared more about me going back to therapy and stuff than about me quitting. But they didn't have to, you know? because I had quit like a week and a half before that. I love smoking pot, I'm not gonna lie, but I think it had become like a sedative to me, since I smoked it every day to kill stress and pressure. I was starting to forget things, I got lazy and I also gained weight because of the munchies. Everything around me had something to do with 420. And now that I haven't smoked for like a month, I feel fine. It's not like it has changed my life forever, but I definitely thing this is not a good time for me to be smoking. And not only because of the lack of motivation and the loss of my short term memory, but also because of my health.
Now, if I feel numb, it's because that's my natural state, not because of me using external factors.
I guess going back to therapy could be really useful right now, I'm also working on it. But I don't know, I can't help to think I'm always going to need help to feel at peace. I wish I could find out what's wrong with me, in the deepest layers of my mind or whatever. Why do I always feel sad? Why do I think my life is so fucking boring?

sábado, 12 de febrero de 2011

Mala racha

Estas últimas semanas han estado llenas de malas noticias. Es como si las consecuencias de todo lo que he hecho mal, me estallaran en la cara.
Me hice una limpia. Aparte del olor a copal, se quedaron conmigo dos caracolitos. Los voy a traer conmigo, siempre.

Reabriendo ciclos

En el primer semestre de la carrera. conocí mucha gente que, en poco tiempo, desapareció de mi vida. Entre ellos estaba Eder. Alto, delgado y con unos ojotes, me gustaba. Después de vernos diariamente durante algunas semanas, comenzamos a confesarnos traumas, deseos y recuerdos. Nuestra amistad fue más bien extraña. A pesar de ser un poco amanerado, había algo en él que me atraía muchísimo. Tiempo después ocurrieron algunos hechos incómodos que comenzaron a alejarnos, hasta que terminamos por ignorarnos. Me quedé con una mala impresión de él. Dejé de verlo algunos semestres, pues se mudó a España, ya que jugaba futbol. El "reencuentro" fue breve, algún saludo y una plática intrascendente. Años después, cuando yo ya había entrado a trabajar, lo vi un par de veces afuera de los eventos que yo cubría. Al principio sólo nos saludábamos de lejos, pero hace poco, creo que la semana pasada, llegué a un evento dónde sólo estaba él, recargado en una mesa, platicando con su fotógrafo. Llevaba una playera amarilla y unos jeans, con tenis. Decidí platicar con él, movida por un interés que no sé de donde vino. Al principio fue puro blablabla. Regresó de España, vivió en Argentina, colabora en Chilango, reportea para Notmusa, se lastimó las rodillas, superó una enfermedad. Cuando le pregunté cuál, y me respondió que leucemia, me entristecí. Después le pregunté más y más cosas al respecto, y sorprendentemente, contestaba todo sin ningún tipo de incomodidad. En dos momentos particularmente escabrosos de la plática, le dieron ganas de llorar. No sé porqué, pero a mi también. Lo tenía enfrente, hablando de eso como si nada, a pesar de que había estado a punto de morir. Como todos los enfermos de este mal, bajó de peso, se le cayó el cabello, tenía dolores insoportables, pero lo superó. Escribió un libro y oh sorpresa, me dijo que había un pequeño apartado sobre mi. Ahí me di cuenta de que probablemente habíamos sido más importantes de lo que pensábamos. Casi al final terminamos hablando de nuestra amistad relámpago, y porqué había terminado, si en realidad nos apreciábamos. Se sintió bien, me gustó decirle que me daba miedo su mirada con cierta malicia, y me gustó que me dijera que aún recuerda detalles como el mcdonalds, mi viejo celular, el ratoncito que usaba en la mochila, la ropa que traía el día que nos conocimos... Le pedí su teléfono y nos dimos un abrazo, un abrazo que selló el nuevo trato. Tengo un nuevo amigo.

lunes, 17 de enero de 2011

2 momentos agridulces

Hubiera preferido nombrarlo "2 agrios momentos", pero es un título muy pesimista.
La verdad es que la pasé muy bien, no obstante esos chispazos de un dolorcito que no es bueno sentir muy seguido.

El primero tuvo que ver con mi edad.
-¿Cuántos años tienes? ¿26?-
-NO!-
-¿27?-
-Noo!-
-¿28?-
-No- (ya con una expresión de derrota en el rostro)
-¿29, 30?
-No, tengo 23.-
-¿En serio? ¿23?, no no pero yo recuerdo que la vez pasada que nos dijiste tu edad, algo habías comentado de 27 ó 28.-
-Sí, "comenté" que tenía 23 y que se me hacía muy jodido ya parecer de 27 ó 28.-
-Ah-
Durante unos días, estuve viendo fotos de modelos y atractivas celebridades que se encontraban en su mejor momento. Minutos después, fotos de los mismos artistas, ya viejos, aparecían en los buscadores. No lo podía creer. Gente que había sido tan hermosa ahora se mostraba llena de arrugas, de bolsas, sin cabello, sin firmeza en la piel, sin dientes, sin ese "algo" que los había hecho brillar.
-Diablos- pensé, -si ellos que eran tan atractivos, así se ven de viejitos, ¿cómo me veré yo?-.
Y luego esas incómodas experiencias de estar convenciendo a todos de mi edad.
¿Ya me veo vieja? No me chinguen.

El segundo estuvo fuera de nuestras manos. Nuestra caminata nos llevó a un costado del hospital, donde una niña lloraba interminablemente porque había muerto su papá. Lo sé porque cuando pasamos al lado de la familia, su abuela o su madre, no estoy segura, la abrazaba y la mecía, mientras le susurraba -Papá ya no sufre más-. Recordé entonces el miedo que tengo a que se muera mi padre.

¿Y lo dulce? Esos ojos, ese lunar, esa sonrisa.

domingo, 2 de enero de 2011

Revelaciones

Hasta hace unos minutos, estaba escribiendo un post larguísimo sobre mis vacaciones en Oaxaca.
Decidí borrarlo. No importa transcribir los recuerdos porque los tengo bien guardados en la memoria.
Un viaje tan grande no se olvida fácilmente.
Sus ojos grandes y oscuros, con cejas negras negras y pestañas largas largas. Esa sonrisita que capté en video.
La nariz del Negro. Su nariz y sus fotos y su facilidad para hacer amigos.
La voz dulce y suave de aquel chico sabelotodo. El lunar inusual en su cara. La tranquilidad que transmite, por la que me daban ganas de abrazarlo todo el tiempo.
La güera contenta de que hubiera gente en su casa cuando llegaba del trabajo. El miedo a la soledad.
El sol y el viento y el cielo nocturno. Las nubes rojas y los borregos de Monte Albán. El calor y la humedad de Mitla, el mercado de Tlacolula, con su tepache rabioso que nos embriagó un poco. Los alebrijes, ese oso con mil puntos de colores, el conejo con orejas larguísimas y brillantes. La joyería jipiteca que siempre termina gustándome. Las bolsas de todos tamaños con motivos alegres. Las aguas de fruta del mercado. El asadero como una copia exacta de lo que pasaba hace cientos de años. Las canastitas y bolsitas tejidas por una viejita con poquísimos dientes.
Mojitos y fresas. Piojito, baile y salsa. Fumar. Dos bocas distintas. Otra vez Santo Domingo.
La casa de un pintor famoso, realmente envidiable. La terraza con vista a las montañas, que cierta francesa recorrió en segundos. Esos ojos misteriosos. El negro hablando de amor y fidelidad. Los tragos de mezcal que me pasé con cerveza, sal y naranja. La rocola con puras canciones nuestras. Las promesas de amor entre un oaxaqueño y la güera. Las tlayudas en la calle, con esa carne tan rica y muy buena compañía.
Monte Albán. Inmenso e impresionante, pero siempre pacífico. La caminata silenciosa que agradezco. Pensar en esos ojos. Después, café con el negro y paquito. Nuestro último día.
Una llamada que hace que me cague en la leche. Órdenes, trabajo y estress.
Infinita tristeza.
Empacar con atención, cuidando de no olvidar nada.
El taxi con el francés, y los castillos en la plaza de la danza. Esos globos que me llenaban de una sensación agridulce. La despedida del negro, y esos ojos otra vez. La entrega de lo pedido, tarde y en abundancia.
La fiesta más larga de mi vida, por puros nervios.
El momento terrorífico en el camión, que logré librar sin problemas.
Un poco de llanto secreto.
Y después de todo esto, me siento mejor. Aliviada, curada. Segura de que seguiré encontrando más gente buena en el camino. Solitarios como yo. Lo veo como un gran respiro que me llenó de agua calientita el corazón.
Oaxaca, diciembre 2010.