jueves, 26 de mayo de 2011

Little thoughts

De nada sirve una cara que es bonita sólo desde ciertos ángulos, muy estudiados y utilizados ya...
De nada sirve si el cuerpo está deformado y débil. Si está enfermo y se disfraza de sano. Al final de día te lo quitas para dormir y cuando despiertas te apresuras al ponértelo, para no pasar ni un minuto a solas con él, en su estado natural.

Hoy te recordé más que otros días, por la muerte de Leonora Carrington. Caminábamos sobre Reforma, distraídos con cualquier cosa cuando, simultáneamente, nos detuvimos en seco, impresionados por la enorme escultura que nos cerraba el paso. Ese hombre, que sostenía un pez de gran tamaño por encima de sus hombros, como triunfante por haber dominado a la criatura. Su cara, sin embargo, no mostraba maldad alguna, de esa que luego acompaña el regocijo. Me pareció incluso sonriente... Pensé todo esto en segundos, y cuando te miré, observabas al hombre igual de impactado que yo. Después me diste un beso y continuamos con el recorrido, rodeando al pez y al hombre, con muchas esculturas por delante para ser observadas. Dimos unos pasos y por alguna razón, esa que me convence de muchas cosas respecto a ti y respecto a este amor que, carajo, nomás no se acaba, volteamos al mismo tiempo con la misma finalidad, saber si esa figura resultaba igual de imponente viéndola de espaldas.

viernes, 6 de mayo de 2011

Un sueño

Llegamos a un edificio. En la entrada, teníamos que sacar todos los objetos de metal para que los revisara un equipo de seguridad. Había varios hombres en trajes oscuros, perfectamente peinados y uniformados. Yo sólo traía mi enchinador de pestañas, que fue removido de mi bolsa.
Una vez dentro, pregunté "entonces qué vamos a ver?", varias cabezas voltearon y me miraron con una mezcla de hartazgo y condescendencia, y respondieron "a los nejhs". Decidí no preguntar más y esperar, pues parecía que todos, menos yo, sabían perfectamente lo que estaba detrás de esas puertas.
El misterio terminó cuando vimos un complejo que parecía ser un moderno zoólogico. Había vidrios limpísimos por todos lados, y muchos cubículos distintos. La sorpresa y el horror me invadieron al descubrir una criatura deforme y sucia. El cuerpo era de mono, pero la cabeza era la de un hombre, un pequeño guerrero que miraba con odio a los intrusos que a su vez, lo observaban con fascinación, curiosidad o asco. Se encontraba encogido contra una esquina del cubículo, y sostenía algo con la mano izquierda. Repentinamente, dio un salto que hizo que las rastas que portaba, mancharan de lodo el inmaculado vidrio, y desapareció.
Después de la primera impresión, comencé a preguntarme qué hacíamos ahí, quiénes eran los "nejhs", porqué los habían separado de esa forma, porqué ese hombre mono nos miraba con odio.
Dimos unos cuantos pasos, y detrás de otro vidrio, en otro cubículo de mayor tamaño, había varias subidas y bajadas, construidas exprofeso, llenas de lodo y excrementos. Nuevamente lo que parecían monos, esta vez de cuerpos más alargados, tenían el rostro lleno de desesperación. Un rostro completamente humano que se esforzaba por hablar con nosotros, los visitantes, y parecía pedir ayuda. Un científico con bata blanca nos guiaba, y los miraba complacido, como si su experimento estuviera dando frutos.
Me sentí asqueada y apresuré el paso para terminar con el recorrido. En otro cubículo, un hombre mono se desangraba, al parecer por una herida que le habían hecho a un costado del torax. Tirado y con las piernas encogidas, lloraba y gritaba; el dolor deformaba todos sus rasgos. Me pareció conocido. "¡Hay que ayudarlo!", grité, mientras pegaba mi nariz al vidrio lleno de una sangre oscura y espesa, y observaba impotente el horrible espectáculo. El mismo científico con bata blanca y perfecta me dijo que no podía hacer nada, que era parte de la investigación.
Desperté una hora antes de lo planeado, sin recordar nada más y con dolor de cabeza.