lunes, 3 de septiembre de 2012

Duro y directo

Horas de masacre emocional del peor tipo: familiar. Sin duda, es doloroso que tus propios padres te digan que hiciste todo mal pero vale la pena reflexionar un poco al respecto (también vale la pena ignorar las cosas más hirientes que se dijeron, ya saben, por salud mental). Punto número uno: urge que vuelvan los medicamentos. Rivotril, ven a mi. Punto número dos: aparentemente voy por la vida dando la impresión de que estoy desesperada por amor. Yo digo que no. MMM ok, podría ser. Intentaré cambiar eso. Punto número tres: aún soy ingenua, inocente y tengo muy buen corazón. Ay, mi mamá. Lo que quiso decir es que estoy bien pendeja. Punto número cuatro: debo invertir más tiempo (y dinero) en las cosas verdaderamente importantes como la salud, psicólogos, gimnasio, apariencia personal, etc. TODO ENFOCADO EN MI. Punto número cinco: nunca jamás ofrecer ayuda económica al vato en turno. Punto número seis: toma mucho tiempo conocer a una persona, y mientras no sepas bien qué onda, NO lo involucres en todos y cada uno de los ámbitos en que te desenvuelves. Punto número siete: suena mal, pero es absolutamente cierto y se comprueba hasta que se experimenta, jamás tengas algo que ver con gente que no está a tu nivel. Léase educación, clase social, etc. etc. Punto número ocho: que dice mi papá que no eres un chichifo, sino un limosnero. Punto número nueve: que no se pierda la bonita costumbre de reir ante estos pequeños golpes de la vida. Cambio y fuera.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Obsesión~compulsión

Siento que aún tengo muchas cosas por decir. Pero ¿de qué serviría si no provocan absolutamente nada en ti?

lunes, 6 de agosto de 2012

A mi hijo

Primero decía que sí quería tener hijos, luego que no. Ahora que tengo 25 años, una edad digamos "adecuada" para tomar más en serio esa clase de decisiones, no sé qué pensar. Desde que mi hermana y algunas amigas se casaron, no he parado de pedirles, a la menor provocación, que me den un sobrino. Un humanito al cual comprarle ropa y zapatos el triple de adorables que los de tamaño normal. Un cabezón babeante y alegre, sin prejuicios ni miedos ni odios ni tristezas. Un genio potencial. Eso me llevó a pensar que tal vez, sólo tal vez, realmente me gusten los bebés. Quizá hasta podría tener el mío, y algún lejano día, cuando ya sea grande y autosuficiente, mostrarle esta "carta".
Querido hijo: Siempre quise que fueras niño. Las niñas la verdad no me caen muy bien, y además dicen que los hombres siempre son más apegados a las mamás. Sabes? todos los adultos se la pasan diciendo que ser papá es lo mejor del mundo, pero no les creas. Con el tiempo descubrirás que mienten a cada oportunidad. Y no es que no te quiera, al contrario, seguramente serás lo más preciado que haya en mi vida, pero ¿te das cuenta a dónde veniste a parar? Tienes una mamá muy inestable. Perdóname, pero tu presencia no cambió eso, más bien lo acentuó. Los miedos que tienen todos los padres primerizos se vuelven extremos por mi caguengue naturaleza. Y aunque siempre me ha gustado pensar que podría ser una mamá muy relajada, no descartes la palabra "sobreprotección" de tu vocabulario. Ay hijito, ¿qué tal si sales malo para la escuela? no, no, ya me adelanté mucho. ¿Qué tal si no quieres hablar, si no puedes avisar cuando quieras ir al baño, si tu caminar torpe nunca se compone? ¿qué pasaría si naces con alguna enfermedad? De entrada, tu llegada al mundo va a ser más traumática de lo normal, pues los partos naturales están descartados para mi. Un señor con un cuchillo me va a abrir la panza y te va a sacar aunque tú te resistas con todas tus fuerzas. Y quién sabe si te veré con ojos de amor cuando te muestren ante mi lleno de sangre y otros fluidos de dudosa composición, será hasta que te limpien y encobijen que tendremos nuestro primer momento a solas, y ya me veo intentando cargarte torpemente para que no se te lastime la mollera. Pasado el primer encuentro, tu papá y yo, si es que no resulta un pelmazo, haremos nuestro mejor esfuerzo porque tengas una vida feliz. Y comenzará el difícil proceso de educarte, alimentarte y crearte hábitos. ¿Sabías que tu mami es adicta al azúcar? ¿sabías que la lechuga es la única verdura que consumo con cierta regularidad? ¿sabías que mi comida favorita son las hamburguesas acompañadas de una malteada? ¿Cómo alimentarte sanamente cuando yo soy una versión moderada de Homero Simpson? Ah, por cierto, nunca me interesó aprender a cocinar. De ahí que todas las noches comas quesadillas. Ay, bebé, ¿qué va a pasar si eres gordito? Yo, definitivamente, no quiero que sufras, y déjame decirte de una vez que la gente gorda sufre más que cualquiera. Esa es una verdad U-NI-VER-SAL, y aunque yo trate de ocultarla con palabras cariñosas y apodos chistositos, algo dentro de ti no te permitirá sentirte bien. Y yo puedo ser como mi papá, o sea tu abuelo, y recordarte todos los días que cuando dejes de estar gordito estarás más bonito, o puedo ser como mi mamá, tu abuela, y defenderte de los que te atacan, dejarte comer lo que quieras para que te sientas libre. Como sea, ya lo veo venir, en el futuro me culparás de tus traumas, asi que la opción que elija es lo de menos. Y cuando entres a la escuela, no podré evitar molestarme si no sacas diez. Y es que, ¿cómo no vas a poder, si yo pude? Prepárate para la presión. Me agobia escribir todo esto y pensar en los cientos y cientos de detalles que estoy omitiendo. Por ejemplo, ¿qué va a pasar cuando me preguntes por las drogas y yo tenga que contarte que fui una ferviente consumidora durante algunos años? ¿Serás más razonable que yo u optarás por la rebeldía? ¿Sentiré igual de feo que mi mamá el día que encontró mis pipas cuando encuentre las tuyas? ¿Me asomaré por la ventana, como lo hizo mi papá, al verte salir luego de oler la marihuana en tu cuarto? ¿Cómo hacerte entender que eso es malo cuando yo lo hice durante tanto tiempo? ¿Qué ejemplos te voy a dar? ¿Con qué calidad moral podré educarte? ¿Serás cariñoso y noble con los que te rodean o serás más bien burloncito como tu madre? ¿Podré darte ejemplos de sano amor y fidelidad mientras intento perdonarme por tantos errores cometidos? ¿Serás una persona de bien? Y si no lo eres, ¿es culpa mía? Lo siento mucho, hijo, te lo digo desde ahorita. Por favor perdóname si soy una mala madre. Que mi PREocupación sea una prueba de lo mucho que medité antes de traerte a este mundo para amarte a pesar de mi desastrosa personalidad. Pase lo que pase, acá te espero. Con mucho mucho amor e innegable angustia, Tu mamá.

martes, 15 de mayo de 2012

Respiro chiquito

Qué bien se siente hacer las cosas que uno quiere, aunque sea a cuentagotas. Un post en quien sabe cuánto tiempo, dos cuentos en 3 ó 4 meses... Estoy satisfecha.

Extraños que extraño

1. Dino: Un muchacho de cabello largo, con el que hice click de inmediato y al que le dediqué innumerables noches cibernéticas, completamente inocentes, por cierto. Me dejó de hablar porque demoré mucho en tiempo en devolverle unas películas. 2. Lua: De mis primeros amigos en la Anáhuac. Siempre con esa maldita manía de estarse agarrando el cabello. Sensible, tal vez demasiado, pero un buen tipo en general. Nuestra amistad desapareció luego de aquel desagradable episodio en una banca de la facultad. 3. Emmanuel: Tuzo de nacimiento, lo conocí en el myspace. Viajó a chilangolandia por mi. Bebimos una cerveza y nos dimos un beso. Me fui a Canadá y optó por perderme la pista. Tenía un ojo de vidrio. 4. Carlitos: Ah, el adorable francés de la casa canadiense. Teníamos el mismo sentido del humor y siempre sabía dónde vendían las cosas más baratas. Le escribí una carta que le gustó mucho y nunca entendí porqué. Ahora vive en Holanda. 5. Peter: El otro habitante de la casa canadiense. Socialmente torpe, bebedor solitario. Increíblemente enternecedor. Tenía la piel muy rosada y el cabello muy negro. Recuerdo su risa y que alguna vez me llamó "dulce e inteligente". 6. Tyler: Cien por ciento canadiense. Aún tengo su teléfono anotado en uno de mis cuadernos. Alguna vez me invitó a patinar pero la cita no se concretó. Me confesó que tenía esquizofrenia y me llevaba del brazo cuando caminábamos sobre la nieve y el hielo.

lunes, 27 de febrero de 2012

El meollo del asunto

Es difícil aceptarlo, pero supongo que sería peor evadirlo. El origen de mis supuestos problemas emocionales, además de la cosa cerebral, es que no me quiero nadita. No hay motivación en mi vida. Ni el novio ni el trabajo ni la familia me han hecho sentir diferente. Qué se hace en estos casos?