Hacía frio y estaba lloviendo. Traté de hacer tiempo caminando alrededor de dónde me encontraba, la lateral de Reforma, a unos cuantos metros del Castillo de Chapultepec. Los chichifos comenzaron a llegar y a tomar sus posiciones. No me prestaron atención, sabían que era inofensiva así que sólo me miraron con desdén. Aún no llegaban por mi y empecé a sentirme nerviosa sin algún motivo específico. Decidí alejarme de esa calle, no quería que me confundieran con uno de ellos, y menos que pensaran que era una "vestida".
Había avanzado algunos metros, cuando escuché una voz desesperada. "¡Ya suéltame!". Provenía de una mujer morena, de estatura mediana, con botas y falda. Tenía el cabello largo y desordenado, su rostro estaba cubierto por las sombras que proyectaban los árboles y edificios. Él, alto, delgado y calvo, no dijo nada, sólo la tomó fuertemente por el brazo y la arrastró para que siguiera caminando. Me congelé unos segundos. Me di cuenta de que mi cara estaba caliente y tenía los ojos muy abiertos. A unos metros de mi, un hombre maltrataba a una mujer sin que ésta pudiera defenderse. No supe qué hacer. Inmediatamente entendí que no tendría el valor de confrontar al tipejo, pero me negaba a presenciar ese abuso sin hacer nada. Lo único que se me ocurrió fue seguir a la pareja, para que él se diera cuenta que no estaban solos y dejara de golpearla. Apenas había avanzado media cuadra, cuando ellos se detuvieron en la esquina. El tipo se paró frente a ella y la sacudió bruscamente. Estaba a punto de cachetearla, cuando me vio acercándome. Bajó la mano y esperó a que pasara a su lado y cruzara la calle para continuar con lo que estaba haciendo. Me sentí como una tonta al darme cuenta que mi plan no había funcionado, además de que ahora resultaría realmente sospechoso si volvía a pasar por ahí sin tener un pretexto. Me da vergüenza reconocerlo pero me acobardé. Me quedé mirándolos desde la esquina, sin hacer nada. Él hablaba con una voz muy baja pero agresiva, ella no se movía. Después se quedaron en silencio y en poco tiempo, él abrió un auto que estaba estacionado y aventó a la chica al asiento trasero, para arrancar y desaparecer.
Poco tiempo después pasaron por mi, al mismo tiempo que un chichifo cerraba el trato y abordaba el carro de un desconocido.
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