jueves, 26 de mayo de 2011

Little thoughts

De nada sirve una cara que es bonita sólo desde ciertos ángulos, muy estudiados y utilizados ya...
De nada sirve si el cuerpo está deformado y débil. Si está enfermo y se disfraza de sano. Al final de día te lo quitas para dormir y cuando despiertas te apresuras al ponértelo, para no pasar ni un minuto a solas con él, en su estado natural.

Hoy te recordé más que otros días, por la muerte de Leonora Carrington. Caminábamos sobre Reforma, distraídos con cualquier cosa cuando, simultáneamente, nos detuvimos en seco, impresionados por la enorme escultura que nos cerraba el paso. Ese hombre, que sostenía un pez de gran tamaño por encima de sus hombros, como triunfante por haber dominado a la criatura. Su cara, sin embargo, no mostraba maldad alguna, de esa que luego acompaña el regocijo. Me pareció incluso sonriente... Pensé todo esto en segundos, y cuando te miré, observabas al hombre igual de impactado que yo. Después me diste un beso y continuamos con el recorrido, rodeando al pez y al hombre, con muchas esculturas por delante para ser observadas. Dimos unos pasos y por alguna razón, esa que me convence de muchas cosas respecto a ti y respecto a este amor que, carajo, nomás no se acaba, volteamos al mismo tiempo con la misma finalidad, saber si esa figura resultaba igual de imponente viéndola de espaldas.

1 comentario:

María Buendía dijo...

hay cosas, personas, pecados; que aún habiendo pasado el tiempo, los mares, las ciudades y las distancias, nos siguen sacando de nuestro estado estéril. Una espalda y un pez... eso debería ser siempre el pasado.