viernes, 29 de agosto de 2008

Cochina Decepción

En la escuela de Comunicación de la Universidad Anáhuac, existe una cosa llamada "Premios Ángeles", en los que supuestamente se premian los mejores trabajos de todo un año escolar. Digo supuestamente porque muchas veces, los alumnos no meten ni madre y si hay un competidor por categoría, pues gana por default. Yo nunca había metido nada, ya fuera porque se me pasaba la fecha de entrega de trabajos o porque no sentía que había hecho algo digno de premiarse, pero el semestre pasado decidí que si inscribiría alguna cosa.

Hace como un año, fui con María (la mejor persona que he conocido en la vida) al centro. Llevamos nuestras cámaras y nos aventuramos a tomar fotos de lo que en el momento, se veía "paique". Después de haber tomado fuentes, caras, personas, etc. apareció en la plancha del zócalo, Oscar, virtuoso saxofonista de las calles. Al principio me dio pena acercarme, pero después me di cuenta que no podía perder la oportunidad de tomarle fotos. Juntamos nuestros pesitos y después de echarle 20 en la funda del saxofón, comenzó a tocar y nosotras a disparar. Le tomé de lado, de frente, de abajo, en fin, desde todas las posiciones que se me ocurrieron, sin embargo, hubo un momento en que se paró justo debajo de la bandera y me tiré al piso para encuadrar lo más chingón posible. Cuando terminó de tocar, Óscar nos dijo "son unos ángeles" y se fue. No lo he vuelto a ver, espero que siga vivo, ya está grande...Total que a la hora de revelar e imprimir, descubrí que sí había quedado bien. La amplié a tamaño carta y la pegué en mi cuarto. Después de unos meses decidí meterla a los ángeles en la categoría "Foto Blanco y Negro".

El otro trabajo que metí a los premios fue un reportaje llamado "Cómo se produce un disco de manera independiente", que fue mi proyecto final para "periodismo de espectáculos".

¡Ninguno de los dos ganó! y aunque todos dicen que los premios están truqueados y son medio una basura y no valen nada curricularmente me sentí bien mal!!!!! Neta que yo ya me imaginaba en el podio agradeciendo a Mari por haberme acompañado al zócalo y a mi profesor Sergio por guíarme en la elaboración de mi gran reportaje. Ni siquiera pude ver la foto que me ganó, puesto que la producción de los premios la regó bien gacho muchas veces y tampoco tendré de vuelta a Oscar, porque se quedan con todos los trabajos.

CHALE! Hasta porra llevé :(

Y lo peor es que soy el ser más chillón del mundo y se me salieron las lagrimillas. Sí me gusta que me hagan sentir mejor pero en ese momento, no sé, sólo quería llorar a moco tendido sin que nadie me viera jaja, pero me tuve que aguantar y escuchar amables palabras de apoyo...

Sé que en unos días, esta experiencia me parecerá graciosa, pero por lo pronto, sólo es una cochina decepción!

malditos, malditos sean!

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