Todo suena tan tentador... Tú dices que tiempos felices vendrán, que todo saldrá bien, que las cosas cambian natural e irremediablemente, y que por lo tanto, debo confiar en que a ti te ha afectado esta ley de la que no se puede huir.
Pero estoy partida en dos. Todo me parece una "señal", porque no soy capaz de tomar una decisión en este momento.
¿Qué pesa más? Que todos los meses nos encontremos puntualmente en los lugares menos pensados? o cuatro llamadas perdidas en un momento de crisis horrenda?
Repito, no sé qué hacer.
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