lunes, 6 de agosto de 2012

A mi hijo

Primero decía que sí quería tener hijos, luego que no. Ahora que tengo 25 años, una edad digamos "adecuada" para tomar más en serio esa clase de decisiones, no sé qué pensar. Desde que mi hermana y algunas amigas se casaron, no he parado de pedirles, a la menor provocación, que me den un sobrino. Un humanito al cual comprarle ropa y zapatos el triple de adorables que los de tamaño normal. Un cabezón babeante y alegre, sin prejuicios ni miedos ni odios ni tristezas. Un genio potencial. Eso me llevó a pensar que tal vez, sólo tal vez, realmente me gusten los bebés. Quizá hasta podría tener el mío, y algún lejano día, cuando ya sea grande y autosuficiente, mostrarle esta "carta".
Querido hijo: Siempre quise que fueras niño. Las niñas la verdad no me caen muy bien, y además dicen que los hombres siempre son más apegados a las mamás. Sabes? todos los adultos se la pasan diciendo que ser papá es lo mejor del mundo, pero no les creas. Con el tiempo descubrirás que mienten a cada oportunidad. Y no es que no te quiera, al contrario, seguramente serás lo más preciado que haya en mi vida, pero ¿te das cuenta a dónde veniste a parar? Tienes una mamá muy inestable. Perdóname, pero tu presencia no cambió eso, más bien lo acentuó. Los miedos que tienen todos los padres primerizos se vuelven extremos por mi caguengue naturaleza. Y aunque siempre me ha gustado pensar que podría ser una mamá muy relajada, no descartes la palabra "sobreprotección" de tu vocabulario. Ay hijito, ¿qué tal si sales malo para la escuela? no, no, ya me adelanté mucho. ¿Qué tal si no quieres hablar, si no puedes avisar cuando quieras ir al baño, si tu caminar torpe nunca se compone? ¿qué pasaría si naces con alguna enfermedad? De entrada, tu llegada al mundo va a ser más traumática de lo normal, pues los partos naturales están descartados para mi. Un señor con un cuchillo me va a abrir la panza y te va a sacar aunque tú te resistas con todas tus fuerzas. Y quién sabe si te veré con ojos de amor cuando te muestren ante mi lleno de sangre y otros fluidos de dudosa composición, será hasta que te limpien y encobijen que tendremos nuestro primer momento a solas, y ya me veo intentando cargarte torpemente para que no se te lastime la mollera. Pasado el primer encuentro, tu papá y yo, si es que no resulta un pelmazo, haremos nuestro mejor esfuerzo porque tengas una vida feliz. Y comenzará el difícil proceso de educarte, alimentarte y crearte hábitos. ¿Sabías que tu mami es adicta al azúcar? ¿sabías que la lechuga es la única verdura que consumo con cierta regularidad? ¿sabías que mi comida favorita son las hamburguesas acompañadas de una malteada? ¿Cómo alimentarte sanamente cuando yo soy una versión moderada de Homero Simpson? Ah, por cierto, nunca me interesó aprender a cocinar. De ahí que todas las noches comas quesadillas. Ay, bebé, ¿qué va a pasar si eres gordito? Yo, definitivamente, no quiero que sufras, y déjame decirte de una vez que la gente gorda sufre más que cualquiera. Esa es una verdad U-NI-VER-SAL, y aunque yo trate de ocultarla con palabras cariñosas y apodos chistositos, algo dentro de ti no te permitirá sentirte bien. Y yo puedo ser como mi papá, o sea tu abuelo, y recordarte todos los días que cuando dejes de estar gordito estarás más bonito, o puedo ser como mi mamá, tu abuela, y defenderte de los que te atacan, dejarte comer lo que quieras para que te sientas libre. Como sea, ya lo veo venir, en el futuro me culparás de tus traumas, asi que la opción que elija es lo de menos. Y cuando entres a la escuela, no podré evitar molestarme si no sacas diez. Y es que, ¿cómo no vas a poder, si yo pude? Prepárate para la presión. Me agobia escribir todo esto y pensar en los cientos y cientos de detalles que estoy omitiendo. Por ejemplo, ¿qué va a pasar cuando me preguntes por las drogas y yo tenga que contarte que fui una ferviente consumidora durante algunos años? ¿Serás más razonable que yo u optarás por la rebeldía? ¿Sentiré igual de feo que mi mamá el día que encontró mis pipas cuando encuentre las tuyas? ¿Me asomaré por la ventana, como lo hizo mi papá, al verte salir luego de oler la marihuana en tu cuarto? ¿Cómo hacerte entender que eso es malo cuando yo lo hice durante tanto tiempo? ¿Qué ejemplos te voy a dar? ¿Con qué calidad moral podré educarte? ¿Serás cariñoso y noble con los que te rodean o serás más bien burloncito como tu madre? ¿Podré darte ejemplos de sano amor y fidelidad mientras intento perdonarme por tantos errores cometidos? ¿Serás una persona de bien? Y si no lo eres, ¿es culpa mía? Lo siento mucho, hijo, te lo digo desde ahorita. Por favor perdóname si soy una mala madre. Que mi PREocupación sea una prueba de lo mucho que medité antes de traerte a este mundo para amarte a pesar de mi desastrosa personalidad. Pase lo que pase, acá te espero. Con mucho mucho amor e innegable angustia, Tu mamá.